martes, 7 de abril de 2020

ROSQUILLOS DE HUEVO


Otra receta típica de Semana Santa, los rosquillos de huevo, aunque mi madre los hace también para la Candelaria y siempre que a sus nietas se les antojan. Como todas las recetas de toda la vida los ingredientes van en vasos, cucharadas o tazones y harina "la que admita". Esta vez me he propuesto por lo menos calcular la harina que hay que poner aunque puede variar un poco dependiendo de si el huevo es más o menos grande y del tamaño de la cuchara que utilicemos.  
La cuchara en este caso es la que utilizamos para las sopas, no las pequeñas del café. ¡Vamos al lío!.

INGREDIENTES:

- 2 huevos
- 8 cucharadas de aceite de oliva
- 8 cucharadas de leche
- 8 cucharadas de azúcar
- Una pizca de canela en polvo
- Ralladura de medio limón
- 430 gr de harina de repostería
- 10 gr de levadura química tipo Royal
- Aceite para freír
- Azúcar para rebozar una vez fritos
- Un chorrito de anís si los vamos a remojar antes de rebozar en azúcar.

ELABORACIÓN:

Recuerdo que cuando hacía los rosquillos con mi tía Puri montábamos las claras a punto de nieve pero con el tiempo simplificamos y tan sólo batíamos muy bien el huevo entero hasta que quedaba espumoso. 
Pues bien, eso es lo primero que haremos. Luego le ponemos el aceite, la leche, el azúcar y la ralladura de limón y seguimos batiendo para mezclarlo todo bien.
Tamizamos la harina con la levadura y la canela y vamos añadiendo poco a poco a la mezcla mientras removemos e integramos los ingredientes.
Al final nos quedará una masa pegajosa, no te preocupes, es así. No se te ocurra añadir más harina porque si no los roscos saldrán muy duros.
Dejamos reposar la masa, un par de horas mínimo. También podemos hacer la masa por la mañana y acabarlos por la tarde.
A la hora de formar los roscos y, para que no se nos pegue la masa, lo que haremos será echar un poco de aceite encima de la encimera. Nos echamos también aceite en las manos y vamos cogiendo porciones de masa para ir formando pequeñas bolitas que iremos poniendo sobre la encimera.
Mientras tanto ponemos abundante aceite a calentar en una sartén que tenga un poco de fondo. Cuando esté caliente cogemos dos pelotitas de masa, las aplastamos una junto a la otra y hacemos un agujero en medio, expandir bastante la masa para que nos quede un buen agujero porque al freír la masa doblará su volumen y si es muy pequeño se cerrará. Vamos dándole la vuelta hasta que queden doraditos.
Cuando los sacamos ponemos sobre un papel absorbente para retirar el exceso de aceite.
Una vez que están templados podemos hacer dos cosas. Espolvorearlos con azúcar y listo. O bien mojarlos un poco en agua con un chorrito de anís y espolvorear con azúcar a continuación.
A mí me gustan más remojados un poco en agua con anís, así quedan más jugosos y aguantan tiernos más tiempo.
Con un vaso de leche o con el café de la tarde son una delicia. 
El viernes santo los tomábamos con chocolate caliente.....ummmm......¡qué recuerdos!

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